martes, 10 de abril de 2018

Flash Fiction II


Evolución genética


Mi primogénita, sacó mis ojos marrones. El del medio, mi dentadura perfecta y el menor, tiene mis manos. Mi indolente esposa, asesorada por el abogado de la familia, la casa, el auto y la pensión del seguro de vida.



Sol de noche

Vamos a dejar caer la tarde así… Que caiga sola, por su propio peso. Frágil, porque llegó la hora del sol desvaneciendo, levitando entre brisas amorosas, como el destino de una hoja seca. Sin apuro y sin pausa, los pájaros a sus ramas y la gente a sus casas. Caminemos, que ya viene arrastrando sus pies de sombras la noche, a tomar el poder de todo, su ejército de estrellas entrenadas, públicas y la luna como estandarte rojizo. Mientras el mundo de los otros se vuelve loco, la muerte toma posesión y se cubre de porquerías acaecidas, Reposemos en este remanso y cumplamos la profecía diaria. Que sea así, todos los días, de todas las tardes de todas las noches… mientras están distraídos destruyéndolo todo.



Cocineros argentinos

Todos los santos días, mamá nos daba de comer calentita sopa de letras. Una noche de insomnio y juegos con mis hermanitos, la sorprendimos recortándolas de las hojas de un diario viejo. No nos importó. ¡Si estaba riquísima!


2 comentarios:

  1. Mal panorama pinta el primer relato!! jajaja

    Me deleité en la lectura de "Sol de noche", mecida, llevada en volandas...

    Con el cuento de los cocineros (me encanta), recordé a una chef mapuche que contó cómo aprendió a cocinar con su mamá, a la que ayudaba cuando hacía "empanadas de aire". La mamá hacía la masa, y como no había con qué rellenarla, le pedía que soplara, y su aliento era el relleno. Eso debe de ser la magia gastronómica.

    Un beso

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  2. Creeme si te digo que me emociona leer tus comentarios. Abrazo siempre.

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