miércoles, 22 de julio de 2015

Soledades para solitarios


Los bares están llenos de gente húmeda, proclives al destiempo y al olvido. Soy del tipo de parroquianos que llega, deja el paraguas o el sombrero en cualquier parte y se desploma en la silla y mientras va cayendo pide un cortado. Cosa que ni falta hace porque el japonés sabe que es lo único que consumo de mi bolsillo. Por distraído, deje parte de mi patrimonio en pulloveres, tacos de billar, perramus, radios portátiles, un amor posible, relojes, anillos de ningún quilate y otras cosas que no recuerdo porque si las recordara, no me las hubiera olvidado. Una vez entré apurado y deje el sombrero en la cabeza de un tipo que se estaba yendo y nunca lo volví a recuperar. Un tipo alto, también era habitué del Bar Saigo que estaba en Corrientes y avenida. Tampoco lo volvieron a ver al miserable. Una tarde nublada, era jueves, tenía que ver a una piba que le venía arrastrando el ala, la polaca. Tenía un metejón estomacal y la invité al cine Sol de Mayo a ver “Un dólar marcado”. Debía declararme porque ya me estaba doliendo y hasta el discurso había preparado. -De esta tarde no pasa, me prometí. Le compre un ramito de gladiolos en el puesto de flores de enfrente. Lo dejé en el mostrador y me fui a jugar al casín. Papi, el japonés, lo puso en un vaso grande de agua porque no había floreros en esa clase de lugares. Los partidos se sucedieron, gané, gané, gané hasta que me tocó perder y me fui a media noche, con los bolsillos contentos y casi intoxicado por el humo del faso. Al otro día llego y lo primero que veo en el mostrador es el ramito de gladiolos marchitos.

domingo, 12 de julio de 2015

Zona de juegos


Campo santo

Los cortejos fúnebres de las tardecitas son divertidos. Los propios cadáveres arrastran los féretros hasta el cementerio, porque en el pueblo ya no quedan personas que presten ese noble servicio, ni ningún otro. Los muertos vivos, se vuelven a morir, algunos de muerte natural otros de muerte por aburrimiento. Los parroquianos fallecidos del bar comentan, risueños, que el mismísimo Conde Drácula murió de miedo. Que el juez no supo como caratular la causa y la cajoneó.

 

Paraná Guazú

Le pregunto al río lento de donde viene y me arrulla una música que me convence. Dice que no va ni viene, que siempre está ahí, que lo que corre es el marrón de su tintura, impulsado por las plantas de irupé y una voz humana que lo espera al pié del océano para cambiarle el color.

 

Chau

Ella me dejó, así como así, de la noche a la mañana, sin porqué. Sufrí y sufro pero no me importa, he decidido amanecer, como un tibio y radiante sol de mayo.

Walt Disney
En el futuro, la máquina del tiempo no ha sido inventada.

Yo
Escribo mi propio destino de libertad, después él, que haga lo que pueda.


Ciclo evolutivo
Mi cuerpo transcurrió de célula a cenizas. Mi ser, no dispuso de tanto tiempo.