martes, 24 de julio de 2012

Fugaces

Hospital escuela.

-Lo asesiné- balbuceo preocupado el estudiante de medicina sin razonar que el cadáver ya estaba ejerciendo.


En un hospital de porquería, un abuelo se cago en la cama y pensó, aliviado, que había empezado a pagar por la atención recibida.

Denuncia.
Esta tarde me asaltó un pensamiento.
Pregunto si este suceso debo atribuirlo a la inseguridad reinante.


Fuga en banda.
Cuatro sujetos fuertemente desarmados, temiendo por su seguridad, huyeron del cementerio cubriéndose las espaldas con ráfagas de flores marchitas recién robadas. Pasado el inesperado episodio, las exequias del poeta continuaron sin sobresaltos.

viernes, 20 de julio de 2012

Brevísimos

Tiempo muerto.

Obsesionado por matar el tiempo, incursionó en la relojería solo para asegurarse que lo destrozaría desde sus entrañas.


Mala acción.

Le robó las alas a Pegaso mientras dormía, ahora es el único ángel del paraíso que relincha.

Status quo

La señora Caperucita negra, decidió cambiarse el apellido para adaptarse a éstos tiempos, dejando atrás el estereotipo de la rebelión juvenil.

jueves, 19 de julio de 2012

Amor hi-tech

Tenía perfectos pechos redondos. Piernas suaves y largas, perfectas. Su boca era la entrada al cosmos rojo de sus labios perfectos. Sus ojos abiertos al asombro, eran perfectos y su cintura era perfectamente pequeña. Sus contorciones y movimientos perfectos nacían en mis deseos y vibrábamos hasta el amanecer. No necesitamos amoldarnos a ningún preconcepto porque estaba diseñada para mí, así de perfecta era. Una noche de amor irrefrenable y entregado a ciertos excesos, decidí experimentar con helio y escapó por la ventana. Por la mañana un vecino me aviso que estaba enroscada en los cables de alta tensión. Lucía perfecta, delgada pero perfecta.

Amor adolescente.

Ellos habían consensuado hacer el amor por primera vez tras un fogoso debate sobre intereses y prejuicios. De inmediato, el joven se sumerge en el mundo instantáneo de la pornografía. Su desvelo era ofrendarle una maestría de amor. Ella lo consultó con su madre. La lluvia de la siesta los acompaño hacia el lugar oportuno. El dejó evidencias de su remolino de pasión. Ella le cobro doscientos pesos.

miércoles, 18 de julio de 2012

Cuentos futuristas. El futuro hoy (o mañana a más tardar)

Cambio climático.

Mientras polinizaban las flores de lilas que crecían junto a las tumbas en un cementerio, una abeja comentaba a la otra.
-Que pena que ya no queden humanos en el mundo, con las flores de plástico trabajábamos menos-


Ciber círculo bíblico.

Las máquinas dominaban el mundo y los humanos eran sus esclavos, hasta que a alguien se le ocurrió desenchufarlas, entonces el hombre volvió a reinar y siguió siendo esclavo de si mismo y se sintió libre de las máquinas.


Pic Nic


Una familia de androides pasaba la tarde en el parque. El día era soleado y la temperatura  innecesariamente agradable, cuando de un agujero emerge la figura del último niño de la raza humana que asusta a los pequeños robots.
-No teman, tranquiliza la madre, es inofensivo- y lo invitaron con un vaso de sabroso aceite refrigerante.


Utopía.

Camina entre el gentío ignorando los rascacielos, la polución, los vehículos brillantes.  Camina como si fuera durmiendo, como si no quisiera despertar. Camina entre el sonido del asfalto y la tristeza de la muchedumbre. Camina con lentitud, a contramano del agobio y del horario. Camina entre cadáveres y despojos. Nadie sabe cuanto hace que camina, pero el día que se detenga, se detendrá el mundo.


El poder de la palabra

Cuando su verborrágica esposa lo había dejado viudo, pudo sentir una vasta sensación de libertad. En la noche siguiente a las exequias y antes de disponerse a dormir, lo primero que hizo fue lo que hasta ese momento tenía prohibido, dejó sus dientes dentro de un vaso de agua sobre la mesa de luz.
Desde entonces jamás logró tener un sueño placentero porque la difunta lo martirizaba noche tras noche, se había reencarnado en la dentadura postiza.

Susurros







Le susurro al oído, te quiero, ella le susurra al mozo, tequila, el mozo me susurra que pague y que ya era suficiente.
Los instantes siguientes fueron como en la torre de babel hasta que dos manos se agarraron de mis hombros y me conectaron con el empedrado de la calle.
Al rato la dejé en la puerta de un hospital público, deshilachada y pálida como su vestido, no sabía su nombre, pero si su contenido, una botella de tequila.

martes, 17 de julio de 2012

Náufrago

Desesperado, el náufrago escribió el pedido de socorro en un papel, lo introdujo en una botella de ginebra vacía y lo arrojó al mar desde un acantilado. Años después, en un puerto distante fue encontrado el mensaje que decía: "Traigan una botella de ginebra" e indicó las coordenadas exactas.

Cuerpo de mujer

Desnudo, sexual, silencioso, pálido a blanco, tenso, nítido, perfumado, inalcanzable, anónimo. Con un corte profundo, grotesco, perpetuo. Luz blanca, mirada entornada, sangre seca, expediente, mujer fría, como el mármol que la soporta. Fría dije, sin vida. Ella no lo sabrá, supongo.

Yo, pude volar

Anoche sentí que flotaba, me elevaba y no caía, no tuve miedo, si desconcierto. Agité los brazos, me sentí ridículo y esperé que nadie me estuviera observando, por pudor. Aproveche la situación para desplazarme por  la casa a obscuras. Tomé confianza, salí por la ventana del patio y me elevé definitivamente. Sentí el viento escurrir por el cuerpo, tuve la sensación de tener plumas y de poder dominar el vuelo. Me elevaba y me dejaba caer en picada, entre los edificios, rozándolos, esquivándolos. La llovizna me humedecía la cara, no sentí frío a pesar de la desnudez, me sentí acorazado. El techo cercano de nubes bajas, refractaba las luces urbanas. En uno de los planeos más atrevidos vi el río, oscuro, negro, con un solo buque, iluminado,  quieto, como sujeto por el agua, no me animé a sobrevolarlo pero sentí que podía, si quería, podía. Pude ver el brillo cromático de los televisores a través de las ventanas de los departamentos. Pude ver las personas hipnotizadas por el resplandor. No puedo recordar hasta que hora estuve así, en medio de la inclemencia del sueño.
“La mariposa” El baile del malevo.

Barrio Tablada al sur. Esquina des iluminada. Empedrado lustroso. Única evidencia: el rocío de mayo. Atrás había quedado la milonga de la matinée del domingo, donde plancharon toda la velada en El Olímpico, ignorados por las minas. De la radio del sereno del galpón, apenas se escuchaba, un tango madrugador de Angelito Vargas. Dos guapos están frente a frente. El más alto tiene una cicatriz que le surca el pómulo, el otro tiene un fiero corte en el mentón. Ambos: Frondoso prontuario.
Se miran y sus ojos chinos sacan chispas. Los pendencieros se miden, se ponen en situación y comienzan a bailar un tango. Apretados, alternándose la posición del macho que dirige los movimientos. En lo mejor del entrevero y cuando era inevitable que se partieran la jeta de un beso, uno saca un facón y le ensarta un traicionero puntazo al hígado que salpica la madrugada de hiel.
-¿Pero qué me has hecho hermano? Chamuyó el herido de muerte.
-Es que no puedo con mi naturaleza- Sincerose el cuchillero que no quiso dejar testigos.