Relatos
apenas esquizofrénicos
Miseria espantosa
Cuando las campanadas del reloj del palacio repicaban pasadas las doce
de la medianoche, la joven delgada y andrajosa se encontró en la soledad del camino
real junto a una calabaza, un par de ratones y una lagartija. Horas más tarde, fue
sorprendida por la visita del hada madrina, pero ya no quedaban rastros del
puchero.
Huelguistas
Jóvenes obreras abandonan los puestos de trabajo en la colonia y marchan
por miles. Organizadas en comportamiento colectivo como suma de esfuerzos
individuales. A paso enérgico, decididas, reivindicativas. Abriendo verdes
senderos, venciendo obstáculos y territorio. No hay jefe ni capataz que se interponga.
Movilizadas como un solo puño, hasta dejar desierto el hormiguero y
desguarnecida a la reina.
Mono-ambiente
El lugar no ofrece
comodidades pero me basta y sobra, no puedo pretender otra cosa. La limpieza es
simple y rápida.
Cama para derrumbarme,
baño justo, comedor con ventana al exterior y un ventanal interior, todo con
rejas para la seguridad. Dos comidas al día y buena iluminación para la
lectura. Los vecinos son complicados y si no te enredas con ellos, mejor.
Por el alquiler y las
expensas no hay de qué preocuparse. ¿Cómo llegue hasta aquí? Bueno, le puse dos
gotas diarias de rutina a su café y me entregue en la comisaría.