Rutinas paralelas.
La estatua de Sir George
Canning, un político inglés quién pretendía que las ex colonias españolas
pasaran a dominio británico, se erige imponente en uno de los bordes del parque.
Reluce ante la pose
estudiada de gentleman de don Alberto Estevez Prieto, jubilado como gerente del
Banco de Londres. En su paseo matinal la observa mientras piensa en lo bien que
le vendría al país si pudiera depender de la corona Británica, como Australia o
Nueva Zelanda, verdaderas sociedades civilizadas.
Al regresar a casa, su
esposa lo recibe con una caricia y el cotidiano:
-Hi, Albert-
El perro mestizo del
verdulero de la feria, libre como nadie, también tiene su hábito y todas las
mañanas temprano deja su orín y otra solides al pié de la estatua del sir.
Inglés, luego, dominante, rasga el suelo con sus patas traseras como señal de
temperamento.
El señor Alberto pasea su deseo
bilingüe, el perro marca su territorio.
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