miércoles, 26 de septiembre de 2012


Rutinas paralelas.

La estatua de Sir George Canning, un político inglés quién pretendía que las ex colonias españolas pasaran a dominio británico, se erige imponente en uno de los bordes del parque.
Reluce ante la pose estudiada de gentleman de don Alberto Estevez Prieto, jubilado como gerente del Banco de Londres. En su paseo matinal la observa mientras piensa en lo bien que le vendría al país si pudiera depender de la corona Británica, como Australia o Nueva Zelanda, verdaderas sociedades civilizadas.
Al regresar a casa, su esposa lo recibe con una caricia y el cotidiano:
-Hi, Albert-
El perro mestizo del verdulero de la feria, libre como nadie, también tiene su hábito y todas las mañanas temprano deja su orín y otra solides al pié de la estatua del sir. Inglés, luego, dominante, rasga el suelo con sus patas traseras como señal de temperamento.  
El señor Alberto pasea su deseo bilingüe, el perro marca su territorio.


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