Vos
del aire
Debí
haber pasado página.
Debí dejar atrás el bardo de errores de la edad.
Debí
haber oído pronósticos expertos que sugerían hasta ahí nomás pibe.
Debí de
haber dejado quieto eso imposible que estalló un sábado, justo un sábado.
Debí haber
dejado escurriendo lágrimas que pesaban en los hombros, como yunque. No me
sentía bien. Vos y yo, jugando en frecuencias diferentes, en otros colores. Tal
vez, en otro momento del viaje podríamos llevarnos, pero hoy no, ni mañana será
tiempo para saberlo. Quedamos así. Cada noche, cada día. No, no debí haber
dejado que el tiempo hiciera lo suyo. ¿Qué sabe el tiempo? Qué va a saber, nada.
Versículo
apócrifo: Tardecita de verano en el Edén
Cuando
se desató la tormenta, el señor, estaba ensimismado en sus cosas. Ordenó a dos
arcángeles, también ocupados en sus cosas pero de inferior urgencia en la
escala celestial, que fueran de inmediato y la aten y eso hicieron. Entonces se
detuvo la tormenta, y allí no paso nada. Amén