martes, 17 de julio de 2012

“La mariposa” El baile del malevo.

Barrio Tablada al sur. Esquina des iluminada. Empedrado lustroso. Única evidencia: el rocío de mayo. Atrás había quedado la milonga de la matinée del domingo, donde plancharon toda la velada en El Olímpico, ignorados por las minas. De la radio del sereno del galpón, apenas se escuchaba, un tango madrugador de Angelito Vargas. Dos guapos están frente a frente. El más alto tiene una cicatriz que le surca el pómulo, el otro tiene un fiero corte en el mentón. Ambos: Frondoso prontuario.
Se miran y sus ojos chinos sacan chispas. Los pendencieros se miden, se ponen en situación y comienzan a bailar un tango. Apretados, alternándose la posición del macho que dirige los movimientos. En lo mejor del entrevero y cuando era inevitable que se partieran la jeta de un beso, uno saca un facón y le ensarta un traicionero puntazo al hígado que salpica la madrugada de hiel.
-¿Pero qué me has hecho hermano? Chamuyó el herido de muerte.
-Es que no puedo con mi naturaleza- Sincerose el cuchillero que no quiso dejar testigos.

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