Evolución genética
Mi primogénita, sacó mis ojos marrones. El del medio, mi dentadura
perfecta y el menor, tiene mis manos. Mi indolente esposa, asesorada por el
abogado de la familia, la casa, el auto y la pensión del seguro de vida.
Sol de noche
Vamos a dejar caer la tarde así… Que caiga sola, por su
propio peso. Frágil, porque llegó la hora del sol desvaneciendo, levitando
entre brisas amorosas, como el destino de una hoja seca. Sin apuro y sin pausa,
los pájaros a sus ramas y la gente a sus casas. Caminemos, que ya viene
arrastrando sus pies de sombras la noche, a tomar el poder de todo, su ejército
de estrellas entrenadas, públicas y la luna como estandarte rojizo. Mientras el
mundo de los otros se vuelve loco, la muerte toma posesión y se cubre de
porquerías acaecidas, Reposemos en este remanso y cumplamos la profecía diaria.
Que sea así, todos los días, de todas las tardes de todas las noches… mientras
están distraídos destruyéndolo todo.
Cocineros
argentinos
Todos los
santos días, mamá nos daba de comer calentita sopa de letras. Una noche de
insomnio y juegos con mis hermanitos, la sorprendimos recortándolas de las
hojas de un diario viejo. No nos importó. ¡Si estaba riquísima!
Mal panorama pinta el primer relato!! jajaja
ResponderEliminarMe deleité en la lectura de "Sol de noche", mecida, llevada en volandas...
Con el cuento de los cocineros (me encanta), recordé a una chef mapuche que contó cómo aprendió a cocinar con su mamá, a la que ayudaba cuando hacía "empanadas de aire". La mamá hacía la masa, y como no había con qué rellenarla, le pedía que soplara, y su aliento era el relleno. Eso debe de ser la magia gastronómica.
Un beso
Creeme si te digo que me emociona leer tus comentarios. Abrazo siempre.
ResponderEliminar