Ficción de
microrrelatos de Junio.
La fuente móvil
Cuatro
chorros finos de agua caen desde los bordes al centro después de dibujar una
parábola despareja. Dan sobre la estatua indefinida de un niño asexuado. Ocho
pibitos de la Villa Banana juegan dentro de ella, algunos desnudos como la efigie
de mármol. Son felices. A pesar de la prohibición, se alivian de los 36º
centígrados que aplastan la urbe. Los guardianes de recorrida miran para otro
lado mientras se secan la transpiración de la frente.
Hay que escribir microrrelatos, todo lo demás es cuento.
Esperanza
He decidido abandonarme, dejarme,
huirme, sentirme, sentarme y esperarme.
Bodas
de bronce
Una pareja sólida, fundidos de la mano. Llevan
años inseparables y creo que aún se aman. Bajo éstas circunstancias, se ven
perpetuados como monumento, aunque algo oxidados por la intemperie.
Movimientos
sociales
Ahí, en la plaza del barrio, pasó algo raro.
Fuimos a jugar a la pelota como todas las tardes y… ¡Oh sorpresa! la estatua no
estaba. Quedo solo el pedestal y las huellas del general Perón marcadas hasta
la parada del colectivo.
Las ciudades del futuro estarán hechas de
escombros.
Primerizo
Mirando el horizonte del atardecer ondulado por la
arboleda, observé como la tierra paría una luna anaranjada. Su reflejo temblaba
en el río. En vez de crecer, se achicaba y rápido. Tornó del naranja al blanquecino
con manchas grises en su carita y subía de costado como imitando un globo arrastrado
por la brisa. Fue ese, el primer parto natural que me tocó asistir.
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