Polución nocturna
Estrategia
de mercado
A mediados de los convulsionados años ´70, mi
padre y un inversionista sellaron una sociedad y ampliaron la quebrada
carpintería del abuelo. El tipo no me caía bien, era raro y se jactaba de tener
“contactos arriba”. Comenzaron a fabricar ataúdes. Acordaron un compromiso
comercial con una mutual y una casa de servicio de velatorios y sepelios. Al
poco tiempo y gracias al visionario socio, tuvieron como aliado “involuntario” al
gobierno que
participaba en llenar los cajones y cerraba el círculo del prospero negocio.
Declaración
jurada
-¡Te amo…lo juro!
Síndrome
del dinosaurio resucitado
…y cuando despertaron, dos mil años después, el
crucificado todavía estaba ahí.
Descuido
Todavía no entiendo por
qué la inquisición dejó libre a mi suegra.
S.O.S.
Destapé una Coca Cola para mi sobrino y leí
en el interior de la tapita que decía: “Déjennos participar…” Debió ser uno de
esos duendes proletarios, prisioneros en las botellas no retornables.
Un abanico de micros que producen sensaciones dispares. No dejas títere en pie. Lo importante es que se entienden bien y te definen. Mejor que no lo lea tu suegra.
ResponderEliminarGracias Javier. Abrazo de mi suegra.
EliminarEduardo una entrada genial..Comencé a leerla y me perdí un poco pero me reencontré con tu suegra jajaj
ResponderEliminarMuy bueno
Abrazos Victoria
Gracias Victoria por pasar. En los 70 estábamos todos como perdidos por acá.
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