Reciclando personas desechables
Al despertar, lo
primero que veo es “pulse ON”. Ejecuto el comando por impulso, medio por
dormido, medio por tonto y me levanto. El desayuno está servido, el televisor
encendido, el ambiente cálido y la ropa limpia y planchada. Salgo a la calle
hacia la parada del colectivo que me llevará al centro. Después de una mañana
laboral incierta en una oficina poblada y sin barullo, voy por el almuerzo en el
bar de la avenida Corrientes. Me siento en la barra frente al espejo que nunca
miro por temor. Me traen la comida que no pedí pero es lo que pensaba. No tomo
café aunque lo deseo. Pago la cuenta. Salgo a la calle con sueño de siesta y me
dirijo a un lugar donde me están esperando. Esquivando sombras de transeúntes.
Cae una llovizna que ningún paraguas ataja. Llego. Me siento en un escritorio y
mis manos comienzan a teclear sin poder razonar qué pero, lo que sea, es
indispensable para la empresa. A la hora señalada, que no se cual es porque no
llevo reloj, salgo del trabajo y camino un trecho para tomar el colectivo en la
parada de la esquina. Llega, no le hago señas pero igual se detiene, el chofer
me mira para que suba y me da un fingido: -Buenas tardes. Como si me conociera.
Subo. Veo miradas vacías. Alguien se para, deja libre un asiento y lo ocupo. No
necesito saber dónde voy cuando viajo. Observo por la ventanilla que el tráfico
es ordenado, sin bocinazos ni contaminación. Atravesamos la ciudad que se hunde
hacia los barrios. En determinado lugar, me incorporo y camino como autómata hacia
la puerta de atrás, la gente me abre paso sin mirar y el timbre suena solo. Me
bajo. Claro, qué sino… en una esquina que sospecho es la de siempre. Llego a
casa. Abro la puerta sin llave y no me recibe ningún perro ni esposa, aunque sé
que me espera, no sé que es pero me espera, todo el tiempo, me espera
omnisciente, con el televisor encendido, la ducha tibia y la cena servida en la
mesa, mi preferida. Dejo la ropa en cualquier lugar pensando que mañana estará
limpia y planchada. Debo tener sueño porque voy a la cama agotado, me acuesto,
mis párpados caen pero antes, mis ojos ejecutan “pulse OFF”.
Fotografía tomada de Adore Noir Magazine. "Prestada".
Una descripción muy acertada de la mecanización de estos tiempos, puede haber en el relato un toque de ciencia ficción... sin embargo es un reflejo de la realidad vacía que estamos viviendo.
ResponderEliminarMe gustó mucho, Eduardo.
Saludos.
Estamos llenos de cosas inservibles, cuya resultante es el vacío que vos mencionas. El arte es saber que es lo que realmente alimenta. Ciencia ficción para un presagio, ojalá que no. Gracias por pasar Mirella.
ResponderEliminarNuestra vida se repite sin esencia. A lo largo del día solo logramos sacarle provecho a un segundo escaso. Mientras, mi mirada resuelve no moverse para no ser traicionada por el pasado que aún conozco. Saludos.
ResponderEliminarSabia y poética visión Nel. Gracias por pasar. Abrazo.
ResponderEliminarmi comentario desaparecio
ResponderEliminarEs que en éste blog, suelen evaporase las palabras. Gracias igual.
EliminarEduardo
ResponderEliminarsos genial
la maravilla de tu texto Me has dejado asombrada y tremendamente enamorada de lo que escribiste.
Infinitamente agradecido, viniendo de una pluma tan sensible y creativa como la tuya. Abrazo enorme.
EliminarHola Eduardo, gracias por pasarte por pasearte por la "Posada de los Vientos" y comentar. Solo he alcanzado a leer este texto tuyo pero me ha gustado mucho. Tiene una atmósfera kafkiana y un aire derrotista que me ha estremecido. ¡Nos leemos! Rocío
ResponderEliminarUn placer haber pasado por tu blog. Como dices, nos leemos. Saludos.
Eliminarhola
ResponderEliminarvine a visitarte
tte he vuelto a leer
ambos no escribimos mucho
yo solia crear algo a diario
Con el tiempo
todo se hace menos hasta el arte
un abrazo
Gracias por pasar, Recomenzar. Por tus palabras y por tu interés. Te he enviado una respuesta por privado. Abrazo.
ResponderEliminarMe gustan más esto micros que los nanorrelatos, dan para algo más, con en este que has descrito a la perfección la rutina que envuelve la vida de muchos ciudadanos. Al menos este se encuentra la ropa lista, pero por omisión has descrito la de su mujer, terrible también. Triste.
ResponderEliminarGracias Javier, veo que has interpretado a la perfección lo que intenté demostrar. Abrazo.
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