miércoles, 18 de septiembre de 2024

 

Fata Morgana

Blanca, sobre el vapor de la arena tórrida. Las alas ajustan su gravedad balanceando sobre un eje fingido, navegando el viento de superficie con orientación norte/sur. Se acerca, se aleja, en un baile óptico sobre sí. Da la falsa impresión que se sostiene sobre sus pies, sobre un témpano de fuego imaginario pero, en irrealidad, es la fuerza de su voluntad lo que la sostiene flotando en mi entre sueño, todo el tiempo que me da la gana.

sábado, 28 de octubre de 2023

Ayer te ví, no vimos ayer

 

Ayer te vi, nos vimos ayer.


Quedo sola en la mesa. Su amiga había salido a bailar con un tipo alto.
Apoyó el pómulo en los nudillos del puño izquierdo entrecerrado, con la
cara ligeramente inclinada, me observaba. Me engaño a mí mismo si digo
que me miraba embelesada. Me veía, digamos, con cierto aire entre
curiosidad y misterio. Sin desmerecer, tampoco es como que miraba llover...
Aunque nunca sabré de qué estaba hecha esa manera de fijar la vista para
no soltarme ¿Qué sentiría? Nunca se lo preguntaré ni saldrá de ella
decirlo, ya no. La cuestión es que en algún recodo de la noche, nuestras
miradas se conocieron y se refugiaron una con la otra. Alguna chispa
brotó, quiero creer. Ningún arco voltaico, nada que quebrantara el cielo
nocturno o inquietara al gentío asistente. Un golpe de vista suficiente
como para estremecer los cimientos de mi soledad. Entonces… ahí estaba ella y acá estaba yo. Sola ella y solo yo, sin testigos oculares que dieran fe. Ese cachito de luz en el mágico universo del amor a primera vista, antes del corte de
energía eléctrica. Y fue, hasta la oscuridad absurda, la última vez que
nos vimos. Cuando regresó la luz, unos diez minutos después, ya no estaba.
Salí tras sus huellas en cada rincón del club Bell Ville, en cada mirada
de mujer, pero no la hallé, mientras los efectos de la bebida lloraban
fuego en mis entrañas, desistí de continuar su búsqueda, sabiendo que el
Chevallier me regresaría a Cañada de Gómez en una hora. Parece nada pero
esa es toda mi vida junto a ésta ilustre desconocida de quién ni
siquiera sé su nombre ni oí su voz, aunque jamás olvidaré su encendida
mirada sin rostro. Durante el viaje de regreso, logre sacar dos
conclusiones antes que me venciera el sueño: Lo positivo, fue que sólo
nos miramos. Lo negativo fue que sólo nos miramos. El resto, una novela
que intentó avanzar fugaz hacia la nada misma. Su mirada, aún la
conservo, como si fuera una carta de despedida.


jueves, 24 de agosto de 2023

Espérame sentado...

Espérame sentado…

Entiendo lo que quiso decir… y era un mandato que no pensaba desobedecer. Comenzó a quitarse la ropa que, de hecho, no era demasiada. Descubrí que su cabello era parte del vestuario. Desnuda, se balanceo de manera nada sensual. No era la mujer perfecta, pero aún así, tenía al alcance de mi mano el modesto compendio de mis sueños. Luego de una rara contorsión se acuclilló y permaneció como en trance. Dos alas de piel se desataron de su espalda. Salió por el balcón. Juro que no me moví, ni siquiera pestañé, me ordenó que espere sentado, y eso hice, como vegetal. Esperé, esperé y esperé hasta el calambre de mi sangre. Al segundo amanecer perdí la voluntad del movimiento. Al cuarto, un inquilino denunció que un olor nauseabundo emanaba del departamento.

viernes, 16 de junio de 2023

Redada de palabras

Para redactar un policial negro es necesario combinar una serie de características del género a saber: Un crimen, en lo posible perfecto, aunque sabemos que no hay crímenes perfectos, solo son asesinatos resueltos al final del relato. Una escena del crimen, un criminal por develar, un cómplice, de ser necesario. Un detective de la sección homicidios, un policía incorruptible, un policía corrupto, uno o varios cadáveres, un abogado, un juez y un tribunal de justicia. Testigos falsos, huellas, pruebas, pruebas plantadas, evidencias, pistas falsas, algunos tipos con actitud y rostros sospechosos. Si el relato se remite a Europa, un mayordomo (intelectual, sensible, elegante). Si se ubica en USA, un negro (bestial, irracional) y si es en Argentina, un hombre pobre, y tanto mejor si el malhechor es inmigrante. Para unir el crimen con el asesino, un móvil. Un arma de fuego que haya sido debidamente disparada o un puñal que haya apuñalado y tenga la sangre impresa del occiso. Un forense, una morgue, una autopsia. Una mujer lagrimeando. Un coctel edulcorado de violencia, misterio, ambigüedad, prejuicio y un fino toque de brutalidad. Un escritor, un corrector, una editorial y fundamentalmente, un lector de policial negro que es, ni más ni menos, un homicida en potencia.

martes, 29 de junio de 2021

 

El misterioso hombre que se creía dueño de la plaza 

mientras no pasaba nada a su alrededor salvo su amor.

 

 

En un costado de la plaza Pringles, se erigía desde hacía unos cincuenta años, una estatua de mármol de tamaño natural, en otras palabras, igual a cualquier persona, como usted o como yo, grosso modo. Era la escultura de una mujer joven semi-desnuda, tal vez romana o griega, de pie, y si me preguntan, no sabría responder a cuál particular circunstancia homenajeaba su figura, aunque eso no importara. El asunto es que todas las noches, un hombre solitario de mediana edad, la arropaba con su sobretodo deshilachado. A pesar de padecer el frío invernal a la intemperie, lo hacía de manera amorosa y metódica. Después de recitarle algunas palabras secretas que, por supuesto, nadie alcanzaba oír, se echaba a dormir en uno de los bancos. Esos de lonjas de madera que hay en cualquier plaza u hospital. Desde los edificios que la rodeaban, algunos vecinos estaban al tanto y observaban desde los balcones con entusiasmo humano. Otros, simplemente, lo veían hacer como veían pasar la vida. A la mayoría de esas personas, les importaba nada, como en sustancia sucedía con todas las cosas. Hasta que llegó el día en que la estatua desapareció de la plaza. Sería responsable la municipalidad, creyeron algunos. A otros, no les interesó en absoluto, como acontece con el movimiento de las estatuas de mármol en medio de los parques o plazas y como tantas otras cosas. Ni las palomas notaron la ausencia. El hombre, tampoco volvió a ser visto. Pasado un tiempo, se supo a través del correo de lectores del diario vespertino “La Tribuna”, que el desconocido había muerto víctima del intenso frío y fue enterrado en el cementerio El Salvador en una sepultura como NN, al pié de una escultura de mármol de extraordinaria belleza. De tamaño natural, una mujer y un hombre semi-desnudos, tal vez griegos o romanos, de pie, arropados con un sobretodo deshilachado, también de mármol…

 

 

miércoles, 16 de junio de 2021

 

Radio actividad 

 

Te juro Katya que más de una noche nos fuimos a dormir y quedo la puerta de calle sin llave, o abierta de par en par, provocada por alguna repentina corriente de aire. Ya ni me acuerdo las ocasiones que dejamos las bicis en la vereda, uf… y los juguetes... Nadie toca nada si no es suyo, gracias a Dios. ¡Eso es fantástico! Te digo más, papá no solo deja el auto con la llave puesta sino que hasta las ventanillas han quedado bajas… lo malo es que los días de lluvia, claro, arruina el tapizado. En fin, escuche en la radio que, por estadística, no debe haber otro lugar más seguro en todo el mundo que mi querida Chernóbyl.

 

jueves, 29 de abril de 2021

 

Preguntas (Sub) normales

 

¿En qué parte de mi cuerpo se encuentra el alma?

 

 

¿Estará en la mente o en la voluntad de mis ojos? ¿En la yema de los dedos o en la planta de los pies? ¿En los genitales o en el culo? ¿En el corazón latiendo, sujeto a las vísceras o en el hollejo de la piel quemada por el sol? ¿Habrá sido extirpada en alguna intervención quirúrgica por mala praxis? Entonces: ¿debo reclamar a la mutual o a la ley? Llegado el caso que requiera la intervención de la corte y la balanza de la justicia se tuerza para mi lado ¿El estado devolverá la mía o repondrá otra en su lugar? Mi abogado ¿Me defenderá hasta las últimas consecuencias o se corromperá en los pasillos de los tribunales? Demasiadas preguntas para un desalmado común y corriente.

 

 

 

 

jueves, 10 de diciembre de 2020

Presencias de ausencias

 

 En la piecita donde mamá tenía la Singer, también había un santuario con estampitas bastante completo y algunos remedios sobre la cómoda. En el recordatorio de su fallecimiento, ponía la fotografía del abuelo Vicente, y cuando le prendía una vela, abuelo se la soplaba. Lo sé porque también soplaba con él y nos moríamos de risa.